lunes, 7 de febrero de 2011

US $ 2, 500 DLL
Gabriel García Márquez nació en Aracataca, Colombia. En 1948 escribió sus primeros relatos, y en 1955 publicó "La hojarasca" que fue considerada en seguida la novela más importante escrita en Colombia  en los años posteriores  a la "La vorágine". En 1961 aparece "El coronel no tiene quien le escriba", varias veces reeditado y traducido. En México, en 1962, se publica "Los funerales de la mamá grande", un admirable libro de cuentos, y poco después la novela "La mala hora". Todos estos libros tienen un mismo tema obsesionante: la vida y el paisaje imaginarios  de Macondo, un pueblo dolorido que conoció años atrás la fiebre del banano. "Cien años de soledad" cuenta la historia completa de Macondo -las leyendas y las fábulas, las pestes y las guerras, la edificaciones y las destrucciones - desde  la fundación mitológica del pueblo hasta la muerte del último Buendía.

miércoles, 2 de febrero de 2011

MORIRÁS LEJOS, la sentencia aplicada a las víctimas que acaso resumirá también el destino que espera al verdugo, es un relato o una serie imbricada de relatos absoluta y voluntariamente al margen de la novela. Es una construcción verbal sin ningún propósito psicologista y una obra que sólo el  lector puede completar o definir. Al concepto de "creación" suma el de organización: reclama para la prosa narrativa esa libertad concedida a otras artes de poder emplear junto a la propia inventiva materiales ajenos: documentos y testimonios libremente reelaborados que en estas páginas  conviven con una historia que es pura fantasía. Con la misma arbitrariedad se emplean aquí los recursos estilísticos tradicionales y las convenciones de la "vanguardia". Hasta la falsa erudición y el falso esoterismo se convierten en la materia misma de un texto que opone a la idea de los géneros la tentativa de una escritura total.
EL RETRATO DE ZOE es expresión de un dogma literario. Casi todos los textos que lo componen tienen el carácter de construcciones verbales destinadas al ejercicio de una lectura pura que no derive en una interpretación ajena a la intención correlativa de la escritura que los construye. El carácter absolutamente ficticio de todo lo que  en ellos se afirma subraya no sólo su índole estrictamente literaria, sino también su origen irracional; es decir, su condición de ser meras tentativas por concretar las cosas o los fantasmas de las cosas, por apresar el significado de hechos irreales o impensables.

martes, 1 de febrero de 2011

En el libro que tienes  en las manos, lector, se ha vuelto por los antiguos fueros, y dejando a un lado el clásico sistema de estudiar  los hechos enlazados entre sí dentro del estado o nación donde se realizaron, se van desgranando lentamente los años  y dentro de ellos se cuentan los hechos que la historia nos ha legado.
Este sistema tiene dos ventajas importantes. La primera el ver cómo, a merced que se avanza en el tiempo, el consorcio de las naciones se amplia, y cómo el escenario es cada vez mas grande  y hasta los intereses que mueven a los hombres; pues si antes se luchaba por una ciudad, luego por el dominio de una región y más tarde  por la hegemonía de Europa, ya se entrevé el deseo de dominar el Espacio después de haber pasado por la etapa  de querer dominar la tierra.
La otra ventaja es la de lograr mayor imparcialidad. La pasión es el carácter de la historia , y no parece cercano el día en que desaparezca este mal endémico. Por eso, el presentar una historia en que los vencidos  no sean humillados , es un gran mérito. Debemos desechar ya aquel prejuicio medieval según el cual en las guerras como en los torneos  y juicios de Dios, la justicia y la virtud están de parte de los vencedores. No cabe duda que así debe ser, pero parece pueril deducir que una persona o un ejercito, por el hecho de seer más débil y perder la batalla, ha de ser, sin otra razón que lo justifique, injusto, avasallador o tirano.
En 5,000 años de historia se ha procurado buscar en todo momento la máxima imparcialidad, que se ve favorecida por el hecho de resaltar la fecha y la acción en sí, dejando a un lado los partidos y las nacionalidades. Los personajes históricos son, sobre todo, actores de una época que representan una escena digna de pasar a la historia. El juzgar su actuación le corresponde al lector.